Santiago | Para bien o para mal, el COVID-19 ha marcado la agenda del básquetbol en los últimos meses. Jugadores como Felipe Haase optaron por aprovechar y ver el lado positivo a la pausa impuesta dentro del mundo de los tableros.

Dentro de la famosa reflexión vaso medio lleno o medio vacío, el pívot de 22 años optó por lo primero. “Es una pausa que enfoqué en mí, en mejorar y crear hábitos”, comenta. El seleccionado nacional se prepara para su primera experiencia con la Universidad de Mercer. Atrás quedan los dos cursos con South Carolina, casa de estudios que defendió en su inicio en la NCAA.

“En Estados Unidos la dinámica ha seguido. La pandemia no ha afectado mucho el día a día. Decidí aprovechar ese momento para enfocarme en la alimentación, en cumplir un plan serio de nutrición. También, mejoré en lo mental, me enfoqué en salir adelante”, agrega Felipe.

Cuando se detiene en “salir adelante”, Felipe recuerda que viene de una lesión en la rodilla, la primera en su carrera, que lo mantuvo alejado de las canchas por seis meses, incluso de la Roja del Básquet. “El físico es lo más importante para mí como jugador. Por ello me he preparado bien, el proceso de recuperación costó un poco más de lo previsto, pero hoy estoy bien. Enfocado para esta segunda etapa”, añade.

En esa línea de reflexión, Haase profundiza. “Si trabajo es para mejorar y he mejorado en muchos aspectos, quiero demostrarlo, jugar mi juego, estoy esperando que inicie la temporada. Al final del día llega el que mejor juegue en la cancha”, comenta.

Por ahora, Haase se mantiene a la expectativa. “Estoy con las ganas y la motivación. El cuerpo técnico me tiene fe, sé que todo depende mí”, sentencia. Una tendencia que espera se mantenga para brillar con su universidad y, si llega la ocasión, la selección nacional, un espacio que “obviamente me ayuda y me da un plus”.

Prensa FebaChile